11/19/2006


Y bueno, olvidando la desastrosa actuación de los Tiburones Rojos de Veracruz (que perdieron 6-1 contra las Chivas de Gdl) iba a subir la crónica del partido que se llevó a cabo en Veracruz, al cual asistí y donde el Tiburón perdió 2-1, pero como ya es algo que no tiene importancia, mejor les subo un cuento, no tan largo como el pasado, ni tan complicado.. ya es viejo, pero chequenlo.

El Lago Mayor

Era de mañana, Mr. Hill, hombre gordo de traje usado bebía café preocupadamente, recargado en el asiento de su oficina repasaba de nuevo las seis letras, escritas a mano, de una anotación en su agenda, la cual descansaba sobre el escritorio. Por fin, cuando se animó un poco, tomó el teléfono y exclamó: -Señorita Sánchez, ¿quisiera llamar a Andrea López?- ,mientras leía el nombre “Andrea” garabateado con la fecha del día, luego colgó el telefono, y pensó -¿será ella la indicada?-.
Mr. Hill era director de la revista Misterios, especializada en hacer reportajes sobre restos arqueológicos, tumbas desparecidas, seres de "otros planetas" y demás secretos “mágicos” de su país.
Alrededor de Mr. Hill existían rumores, realmente nadie sabía nada de él; aunque su apellido era extranjero, él no lo era.
Decían que se creía sacerdote de extraños cultos, realizaba ritos clandestinos, y ocupaba la revista para pregonar su ideología. Lo cual acababa con la poca reputación que ésta tenía.
Andrea no creía esto, pensaba que eran habladurías creadas por reporteros de Revelación, el semanario con el que competía Misterios.
–Hasta el nombre de esa revista significa lo contrario que la nuestra– pensaba cuando llegaban a ella los rumores.
Andrea había trabajado cerca de cinco años para Misterios, pero ya se empezaba a cansar, había tan poco que explorar en el país, que la mitad de la información publicada era inventada, -¿Cómo le harán los de Revelación?, seguramente igual- se decía constantemente.
Esa mañana había sido llamada a la oficina de Mr. Hill, entró a la oficina, la señorita Sánchez dijo aburridamente: -puede pasar-, Andrea se deslizó hasta el privado, abrió la puerta e ingresó.
-Buenos días Andrea- se escuchó una voz ronca, ella reconoció al hombre gordo que fumaba intranquilamente, -toma asiento, por favor-.
Andrea obedeció, luego esperó mientras Mr. Hill casi se ahogaba una bocanada de humo, el hombre gordo comenzó a toser, ella sonrió, él se molestó claramente, entonces, convencido de que era la indicada, comenzó a hablar: -Como sabrás, te he citado aquí porque nuestras publicaciones necesitan artículos frescos, tu sabes, para mantener público-, ella sabía a lo que se refería, las ventas de Misterios eran muy bajas, esa era otra de las razones por las cuales pensaba dejar la revista, y así se lo había hecho saber a Mr. Hill en otras ocasiones, quizá por eso la había llamado.
-lo sé, lo sé- contestó Andrea, quería que su despido fuera rápido, odiaba la voz de hipopótamo que escupía su jefe.
-pues anoche mientras veía tele, me topé con un mal programa sobre el “monstruo” (cuando exclamó esa palabra sonrió burlonamente, Andrea, al ver la sonrisa, tomó la palabra como un chiste) que habita en el Lago Mayor, cerca de la frontera del sur. He decidido que quiero un reportaje del lugar, y ¡tú eres la indicada!- dijo señalándola Mr. Hill.
Le pareció demasiado gracioso a Andrea, que “monstruo” hubiera sido exclamada de manera irónica, y no pudo contener la risa.
-jajajaja, si, lo conosco, es donde dicen los habitantes de la zona que vive un “monstruo”, ¿no?- dijo celebrando la broma, luego vio la cara seria del hombre gordo, y se calló instantáneamente.
Con un aire formal, Mr. Hill exclamó: -así es Andrea, pero no es más que superstición, tontos cuentos que narran los viejos para asustar niños, tienes que ir ahí y reportar una historia con fotos del monstruo-, ella sabía a que se refería su jefe: quería que inventara la historia y tomara fotografías de un falso monstruo.
-Señor, estoy cansada de tener que hacer esto todo el tiempo, creo que voy a renunciar- dijo Andrea con tono de amenaza.
Mr. Hill suspiró, aplastó furiosamente contra su cenicero la cola del cigarro que le empezaba a quemar los dedos, y comenzó a hablar: -Mira Andrea, hemos tenido últimamente muchos problemas contigo por éste tipo de cosas; si quieres renunciar ¡adelante!, éste será tu último reportaje, cuando entregues la historia, te pagaremos tu liquidación-
Ella no se esperaba una reacción así, se molestó bastante y dijo: - Bueno, así será, ¡le traeré su reportaje falso y me largaré de aquí!-, salió del privado rápidamente; en la oficina la miraba la señorita Sánchez, Andrea la odiaba desde que la había conocido. La señorita Sánchez iba a exclamar algo cuando se le adelantó la reportera, callándola con un gesto obsceno.
Luego salió de la redacción de Misterios, subió a su coche, lo encendió y manejó con rumbo al sur, al Lago Mayor.
Mientras fue niña, Andrea nunca se asustó con las historias que le contaba su abuela. Y ahora, 25 años después, continuaba riéndose de la ingenuidad de las personas, que a cualquier edad, creen ese tipo de cosas; quizá por eso había buscado trabajo en Misterios, para comprobar que no era verdad lo que los viejos narraban; al principio no le importó mucho que la publicación no contara con muy buen prestigio, pero después comenzó a crear reportajes sobre las cosas que ella tanto detestaba, afirmando que existían, por eso se había hartado de la revista.
Un poco después de medio día, Andrea llegó a la entrada para el Lago Mayor, se estacionó cerca, en la desviación a Cañales; bajó del coche, aún enojada, con una cámara fotográfica y comenzó a caminar por una calzada empedrada, convencida de que su reportaje diría que no había ningun monstruo en ese lugar, sin importarle lo que le hubiera dicho Mr. Hill; la hierba crecía entre las rocas mal acomodadas que Andrea pisaba cuidadosa de no resbalar, el camino descendía hasta un pequeño bosque de hojas amarillas, que como era típico de esos meses, comenzaban a invadir los árboles; cruzó rápidamente la arboleda, dejando tras de sí el chasquido de las hojas secas al ser pisadas, así llegó a la orilla de lo que parecía una gran llanura azul oscuro, calmada, fría, muerta.
Andrea quedó sorprendida al descubrir la extraña tranquilidad del lugar, con un silencio único, (le pareció raro que no hubiera ni pájaros cerca) en los alrededores, era un lugar tan tranquilo que daba miedo estar. Fue ahí cuando al fin comprendió porqué la gente que vivía en Cañales contaba tantas cosas sobre el lago, cosas que, aunque no fueran reales, con el sólo hecho de mirar esa líquida planicie te convencían de su autenticidad.
Andrea tomó unas fotos a la inmensa laguna que se encontraba frente a ella, lo hizo solamente para cumplir con lo que su trabajo le exigía, y se sentó a contemplar el paisaje; la tranquilidad del lago la hechizaba cada vez más, eliminando sus pensamientos de odio contra Misterios, y todo lo que ésta representaba.
No supo en que instante fue, pero de un momento a otro observó que un brazo salía del agua como pidiendo ayuda, Andrea no había visto a nadie entrar a nadar, pero se alarmó al instante, comenzó a gritar pidiendo ayuda, inevitablemente no había nadie a su alrededor, al ver que el brazo dejaba de luchar, tiró a un lado la cámara, cerró los ojos y se lanzó contra la plana superficie, para tratar de salvar al desgraciado que se estaba ahogando; el agua estaba helada y Andrea sintió como si muchas dagas se clavaran en su cuerpo, haciendo que se arrepintiéra de haber estado ahí en ese momento, no obstante siguió nadando para auxiliar a la victima; cuando alcanzó el brazo y se disponía a jalarlo fuera del lago, este apretó a Andrea y la hundió en las aguas, ella se aterrorizó al descubrir que en realidad era parte de la aleta de la enorme encarnación de todos sus temores, que la devoró de un bocado.
Mr. Hill sonreía en su oficina, tomó el teléfono y exclamó: -Señorita Sánchez, comuníqueme con el director de Revelaciones, (Mr. Hill esperó un momento, luego, al oír el saludo de una voz conocida, exclamó) el sacrificio se ha hecho, podremos descansar en paz, el próximo año te toca a ti enviarlo- Mr. Hill colgó el teléfono, luego lo volvió a levantar y exclamó: -Señorita Sánchez, ponga un anuncio en la revista solicitando nuevos reporteros-, después encendió un cigarro y observó por la ventana como la vida continuaba con su cotidianidad.

Jorge R. Negroe Alvarez

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajaja, la verdad es que no,lo termine pero pásamelo para leerlo, es que me pareció muy bueno y mis ojos ya no aguantan al maldito monitor, ya sabes uno que tiene problemas visuales jajaja,pero está bueno igual y regreso alrato para terminarlo...Lamentable lo de los tiburones verdad...Aneh!

Van dijo...

no mams que chido wey que escribas la neta, y lo mejor es que no escribes pendejadas como otros la neta esta bien aludos ahi luego hechale ganas a los examenes y luego nos vemos bye

ara-almora dijo...

Me agrado tu cuento, sinceramente, tienes mucho potencial para escribir,sigue así. Pero bueno seguire tratando de conseguir la serie de Lain y de Evangelion lo prometo, porque me dijeron que talvez mañana me podrían dar una, pero aún esta en veremos. Cuidate, nos vemos adios. ^^

Goga dijo...

Muchacho!!!!!
Lo prometido es deuda: hoy leí tu cuento. No manches, me encantó, tienes una capacidad narrativa increíble.
Otro final chido e inesperado, vientos querubín!.
Gracias por el comentario. Ya me voy a dormir para ver qué sueño esta noche. Tal vez sea algo mafufo pues acabo de ir a ver "Children of men", por cierto te la recomiendo, excelente película!

P.D:: Deja para mañana lo que te da güeva hacer hoy.

Anónimo dijo...

chiks! como dijo denisse en este preciso momento que te escribo el comentario: "jorge es de mis escritores favoritos"! opino lo mismo! damn right!
te queremos parrrr....... jajajajjaja :D