11/07/2008

Dos Visiones del Noviembre 4

Martes 4 de Noviembre del 2008, día histórico que recordaremos el resto de nuestras vidas, por un lado, conocido mundialmente como el Súper Martes, el final de la contienda electoral entre Obama y Mc Cain, y por el otro como el inesperado día trágico para la soberanía mexicana.


La Visión de la Tragedia

Avionazo en cruce de Reforma y Periférico en las Lomas de Chapultepec, así fue difundida una noticia que sorprendió a un México que parecía estar atento a los cambios porcentuales en las votaciones Estadounidenses.

Minutos más tarde se corrió el rumor de que en el Jet accidentado iba el Secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño, así como Santiago Vasconcelos y otras personas importantes.

Nadie podía creer que fuera cierto, pues cuando sucede un accidente parecido todo queda en cifras y nombres que no nos dicen nada (a menos que seamos familiares, claro), pero esta vez sucedió al revés, los nombres y las cifras era lo que más nos decía sobre un hombre que venía de firmar un acuerdo de paz en San Luis Potosí, sobre uno de los nombres más importantes del país, sobre la persona de más confianza del Presidente de la República.

Enseguida las especulaciones entre la gente, que era un atentado, que habían derribado el avión, que se le había pagado al mecánico, que los narcos tenían que ver… Nadie creyó la versión oficial del accidente. Obviamente está más que comprobada la vulnerabilidad de la seguridad en el país. Basta con ver el otro día que ha marcado este año en México: 15 de Septiembre en Michoacán.


Y a la hora de buscar culpables salen a la luz el enojo de los cárteles por los golpes asestados contra ellos, la figura incómoda de Mouriño como la persona más presidenciable para las personas de su mismo partido, la prueba de que en este país la seguridad es uno de los rubros más inestables, o simplemente un macabro hecho de la casualidad.

Precisamente el día de los hechos (y antes que se pensara siquiera que éstos sucederían, ¿o quien sabe?), salía en la versión virtual de El Universal la columna de Salvador García Soto, “Serpientes y Escaleras”, la cual como a manera de presagio utilizaba el título “¿Quién no quiere a Mouriño?” y nos hablaba de las intrigas políticas en contra del mencionado, cuando se estaba a punto de investigar a su padre Carlos Mouriño para que sustentara su fortuna.

Luego vino el accidente y hoy nadie se acuerda del asunto de Mouriño padre, caro le costó el perdón. Ahora se habla de la imagen de los hijos de Juan Camilo abrazando la enorme foto durante el funeral, ultimo recuerdo del Secretario de Gobernación. Se habla del miedo del país y la falta de seguridad hasta en el Estado Mayor Presidencial, de un Calderón impotente frente a la delincuencia y la evidencia de que los anuncios televisivos que anuncian a todas voces detenciones y decomisos (pensadas para dar la impresión de avances) son pura pantalla.
Que triste.

La Visión del Cambio

The change that we need” sonaba la frase que los seguidores de Barack Hussein Obama gritaban para apoyarlo, y es que tras una larga campaña electoral (como la que solo los gringos tienen dinero para mantener) había llegado por fin el día que Estados Unidos elegiría a su 44° Presidente.

Por primera vez en toda la historia el candidato demócrata era de raza negra, mientras que el Republicano era el más viejo jamás propuesto.

Las encuestas mostraban una pequeña diferencia hacia el candidato Demócrata (Obama), mientras que existía la incertidumbre de un triunfo sorpresivo por parte del Republicano (Mc Cain), y es que la sucesión en este país no se da tan “democráticamente” como en México (irónico de un país cuyo lema de guerra era defender la democracia), allá el que decide es un Colegio Electoral compuesto por 538 representantes, quienes resuelven si la persona que se llevó la mayoría de los votos podrá o no ser declarada ganadora.

En las elecciones pasadas (George BushAl Gore) sucedió que las votaciones favorecieron a Gore, sin embargo, el Colegio Electoral prefirió la reelección de Bush. Triste caso para algunos (como Michael Moore).

Pero la idea de que un presidente diferente era garantía de cambio (¿Por qué nos suena tan familiar esta situación?) deslumbraba a las personas, así Hollywood se declaró a favor del Demócrata, como la mayoría de población negra y parte de la latina, en las calles se veía el arte urbano apoyando a Obama (me tocó ver una comunidad de fotos en internet dedicada a este tipo de expresiones) y la simpatía se ponía del lado del afroamericano, a pesar de que los Republicanos tuvieron su parte controversial con las excentricidades de Sara Palin.

Dato curioso es que los Pieles Rojas de Washington perdieron 23 -6 ante los acereros de Pittsburgh, y siguiendo la tradición, pronosticaron el triunfo de Obama, pues se dice que cuando Washington pierde en la semana de elecciones gana el candidato contrario al del partido que está en la presidencia.
Y sucedió que antes de que terminara el día ya había vencedor, se trataba de un histórico ganador, del que ya todo el mundo esperaba, del sueño de Luther King, del primer afroamericano presidente, de Barack Obama (que esperemos no sea como Bush, Fox o Sarkozi, ese hombre del que crea tantas expectativas que termina ridiculizado por lo que nunca tuvo visión de lograr), de la esperanza del cambio.

Claro, la covertura de las elecciones incluyó ese avionazo donde murió el Secretario de Gobernación de un país que nada tenía que ver con el triunfo de Obama.

4 de Noviembre del 2008, fecha que nunca se olvidará.

Jorge R. Negroe Alvarez

10/19/2008

Growing Up
Serie Fotográfica #3

Por ser paso obligado para mí, me fui percatando de la construcción de la escultura llamada La Araucaria del escultor Sebastian.

Símbolo impuesto a la ciudad de Xalapa, por un autoacuerdo (y quien sabe que más) de los gobernantes.

(Ubicada en una glorieta sobre la Avenida Lázaro Cárdenas, la altura de un puente a desnivel y que une la Avenida 20 de Noviembre con el Paseo de las Araucarias.)

Pero bueno, fuera de el simbolismo que ha adoptado, quise rendirle tributo a esta serie tan famosa sobre la construcción de la Torre Eiffel.


Claro que no buscando comparación ni nada, presento mi última serie de fotografías: Growing Up (Creciendo).

Growing Up #1: Foundations



Growing Up #2: The Symbolic X



Growing Up #3: When it began to have form

Growing Up # 4: Working Up

Growing Up #5: Almost

Growing Up #6: Finished

Y Bueno, próximamente más fotografía y literatura por acá.

Saludos!

9/27/2008

Despues de un ratote de inactividad bloggeriana, aca vuelvo con más...

Tardes en el Café Cubano.

A Elda
Para todos los que estuvieron ahí.


Mesa 1.

En los lentes de Gonzalo se refleja el cabello rubio de Miriam, los chinos que se mezclan con sus pecas y esa cara de hastío.

Después de seis meses de relación, Miriam sentía que cada vez se aburría más de Gonzalo, al grado de ya no poderlo soportar, le desesperaba la calma con que él respondía a todo lo que sucediera, tenía que decírselo y por eso había escogido el Café cercano a su casa, para poderse ir enseguida, para huir de lo que inevitablemente sucedería.
Él se sentía muy bien con ella, era la relación más larga que había tenido y amaba mirar sus ojos color otoño.

Fueron los últimos en llegar al Café Cubano, Miriam pidió una cerveza, él un té de Canela. Platicaron sobre tonterías hasta que les trajeron lo que ordenaron, ella bebió dos tragos y después dijo lo que sentía, así, sin aviso.
Gonzalo quedó perplejo, no supo que pensar cuando ella le pidió que no la volviera a buscar y se fue dejando media botella de cerveza.
Él no pudo evitar que Miriam se levantara y saliera del café, después se quedó sentado, solo… el son cubano sonaba alegre al fondo.

Durante casi una hora intentó encontrar cual había sido el error de la relación, mirando perdidamente todo el lugar, hasta que en la mesa de junto, donde cinco mujeres charlaban animadamente, creyó reconocer a una.
Lorena le sonrió desde la mesa de sus amigas, pero a él le empezaba a invadir la tristeza y evitó la mirada.

Gonzalo se tomará el té ya frio, pedirá la cuenta y saldrá del lugar, pero no olvidará despedirse de Lorena con una seña.
A los dos meses comenzarán a salir.


Mesa 2.

Lorena llegó tarde al café, en una mesa cerca de la entrada ya esperaban Jimena, Carmen, Alma y Silvia.
Al entrar le dio gusto ver reunidas a sus amigas de la prepa y las abrazó a todas.

Jimena acababa de conseguir la beca para estudiar una maestría en uno de esos países de Europa con nombre desconocido, por eso había tenido que dejar la relación con su pareja de toda la universidad.

Carmen estaba en el tercer semestre de la sexta carrera a la que había entrado, pues ninguna de las anteriores le había parecido agradable.

Alma estaba en un trabajo donde le pagaban de manera excelente, pero continuamente la obligaban a quedarse hasta la madrugada, sin pagarle horas extras.

Silvia tenía tres meses de embarazo y aún no sabía si el padre era Ángel o Julio.

Lorena administraba el restaurant de su familia, pero la competencia los estaba haciendo quebrar.

Entre ellas sólo se contaron las cosas buenas que les estaban ocurriendo, nadie quiso tocar lo que en realidad pasaba, les agradó sentirse reconfortadas de tener un momento tranquilo.
Luego iniciaron los recuerdos de la prepa.

Cuando iban a la mitad de la plática, Lorena vio como la rubia de pelo chino que estaba sentada en la mesa de junto se levantaba y salía, dejando solo a un joven que creyó reconocer.
Después de un rato se acordó de la fiesta donde se lo habían presentado, así que le sonrió, pero él parecía perdido.

Alguna hora más tarde, pasó junto a ellas una joven que a Carmen le pareció odiosa, tras ella iban dos jóvenes aparentemente embobados, antes que salieran Carmen alcanzó a ver los ojos de uno de ellos, ese color negro se le quedó grabado durante todo el año siguiente.

Cuando Gonzalo se levante saludará a Lorena con una seña.
A los dos meses le invitará un café.
Jimena no terminará su maestría, la dejará por casarse en Europa con un tipo de su misma ciudad que conocerá allá.
Carmen abandonará su sexta carrera y de nuevo se decidirá por una séptima, conocerá a Víctor, pero tampoco la terminará esta.
Alma ascenderá de puesto, pero su trabajo se duplicará tanto que pasará semanas enteras en el trabajo.
Silvia descubrirá que el padre de su hija en realidad es Tomás.


Mesa 3.

Pablo miró de nuevo el reloj, Inés llevaba una hora de retraso, se acabó de un sorbo el segundo carajillo y ordenó uno más.

Él era empleado de una tienda de regalos, ahí había conocido a Inés.
Ella era una bonita ex compañera de trabajo que solo había durado una semana en la tienda.

Se habían encontrado un día en la calle y Pablo la había invitado a tomar algo, quedaron que el cuarto día de la semana siguiente a las cinco de la tarde se verían en el Café Cubano.

Pablo estaba seguro de que no la dejaría ir sin besarla, por eso miraba constantemente la entrada, esperando ver los chinos que Inés siempre acompañaba con una sonrisa.

Pero lo único que vio fue a una morena a la que esperaban sus amigas en la mesa de junto y a una rubia que entró con un tipo de lentes y salió sin él.

Pablo esperará sentado en esa mesa hasta que cierra el café, después seguirá esperando afuera… hasta que amanezca.


Mesa 4.

Víctor termina de beber su cerveza antes que Edgar lo haga, Reina los mira, alentándolos con sonrisas coquetas, mientras por dentro se ríe de ambos.

Reina era la mujer más bonita de toda la facultad de Psicología, Víctor y Edgar iban en su salón.
Como ellos eran los que más se llevaban con Reina, el resto de los psicólogos los envidiaba, la única relación que había entre Víctor y su compañero era de competencia, para ver quien recibía más besos de ella.
Reina se divertía enfrentándolos en cualquier cosa que se le ocurriera, el ganador se llevaba un beso.

Víctor terminó primero sus cinco cervezas y recibió un minúsculo beso de la hermosa boca rojiza.

Estarán una hora más en el café hasta que Reina se aburra, entonces irán a continuar las pruebas a una discoteque.

Al salir el lugar, Víctor mirará a las cinco amigas que recuerdan sus tiempos de la prepa y le gustará una de ellas, la que lo verá directamente a los ojos, conocerá a Carmen un año después.

Reina pedirá a la universidad un intercambio a otro país. Edgar abandonará los estudios y gastará casi todo su dinero en visitar a Reina.
Cuando la encuentre, ella ni siquiera lo mirará.


Mesa 5.

Ana y Dante se conocieron gracias a Sandra, que era una amiga en común. No pudieron evitar besarse a los pocos minutos de haberse conocido.
Hugo era vecino de Sandra, ellos salían ocasionalmente, hasta que comenzaron su relación amorosa una semana después de Ana y Dante, inspirados por la rapidéz de ellos.

Habían decidido salir los cuatro para celebrar el aniversario de ambas parejas.
Pidieron varios baguettes y mojitos. Su felicidad parecía contagiar la sonrisa de la joven que miraba a sus acompañantes beber desesperadamente en la mesa de al lado.
Platicaron mucho tiempo, hasta que el cubano calvo que atendía el negocio les anunció que cerraría, fueron los penúltimos en irse (el último fue el hombre de la mesa tres).

Ana dejará al poco tiempo a Dante por otro amigo de Sandra.
Sandra y Hugo decidirán vivir juntos, tendrán más hijos de los que querrán.
Mesa 6.

En nuestra mesa todos ríen. Luego tomamos un trago, un beso, un cigarro y sonreímos mientras seguimos inventándoles nombres a todos los presentes.

Jorge R. Negroe Alvarez

3/25/2008


Proximamente más literatura...


Por ahora, solo dejo mi flickr: http://www.flickr.com/photos/24480426@N06/


Esa maldita obsesión por la fotografía.

3/04/2008

Arena América.
A mi Padre

-¡Papá, papá! ¡llévanos a las luchas!- me dijeron José y Manuel, cuando el mayor cumplió diez años; la petición me tomó de sorpresa, pues no recordaba haberles hablado de eso en mucho tiempo.
-¿Las luchas?- pregunté extrañado.
-¡Sí, las luchas¡ donde saltan desde las cuerdas para hacerles planchas a los otros luchadores- exclamó emocionado José
- y luego se aplican las llaves hasta que el réferi cuente tres- interrumpió Manuel
-entonces se agarran a sillazos mientras la gente grita y luego… - continuó rápidamente José
Me pareció curioso que supieran tanto sobre algo que nunca habían presenciado, pero en la escuela los niños se enteran de todo.
Cuando mis hijos repitieron la petición, una ola de recuerdos me invadió.
Me acordé de mi infancia en la Colonia Agustín Melgar; de José Esteva, mi papá, que siempre se iba de borracho; de María Gómez, mi mamá, que por cualquier cosa discutía; de la “Arena América” que teníamos cerca de la casa y de “Tornado”, el luchador más famoso de la ciudad.
Todos los domingos, a partir de que cumplí diez años, mi papá me tomaba de la mano para ir hasta la Arena América, donde pagaba la entrada más barata y me sentaba a su lado. Ese lugar se llenaba tanto de vecinos como de personas que venían del otro lado de la ciudad para lo mismo, ver las máscaras volar.
A pesar de que siempre me había imaginado esa bodega de paredes descascaradas, la primera vez que me llevaron no me gustó y terminé vomitando, pero poco a poco me fui acostumbrando al griterío, al eterno olor a orines, a los gordos vendedores de cerveza y a las peleas que frecuentemente ocurrían en la salida. A lo que nunca me acostumbré, fue a que José (mi padre) ocupara de excusa el espectáculo para (durante la segunda lucha exactamente) buscar a su compadre Tacho Pérez, tomarse unas cervezas y luego dejarme solo el resto del tiempo; yéndose a no sé dónde.
Al principio me daba mucho miedo, pero la emoción de ver a Tornado me hacía aguantármelo hasta el final. Amaba verlo volar sobre sus oponentes, para caer aplicándoles la llave de rehilete que habían bautizado con su nombre; inevitablemente hacía que se rindieran mientras el público escupía aplausos y hurras. Su principal rival era “Máscara Negra”, un chaparro medio musculoso que siempre hacía cualquier cosa no permitida para ganar.
Después de cada lucha esperaba a que regresaran por mí, pero José nunca llegaba; entonces tenía que caminar solo las tres cuadras que separaban la Arena de mi casa. Casi era tradición que una hora después Tacho lo llevara cargando, apestando a alcohol y completamente golpeado. Entonces mi mamá se ponía a llorar, lloraba porque odiaba las luchas, odiaba que mi padre me incitara a verlas y odiaba que siempre regresara en el mismo estado. En esas ocasiones yo lo aborrecía mucho más que a Máscara Negra.
José Esteva no trabajaba, se iba todo el día a hacer pesas en el sucio gimnasio de la colonia y había veces que no se le veía por varios días. Mi mamá decía que el dinero que mi padre llevaba a la casa era robado, yo le creía.
Así pasaron mis domingos, asistiendo a la Arena América para ver desaparecer a José, y luego descubrirlo borracho y lastimado. Tacho sólo nos decía que no lo dejáramos tomar tanto porque se ponía agresivo.
Fue precisamente un domingo cuando cumplí dieciseis años, como era tradición lo festejé en las luchas. Ese día Tornado celebraba diez años en los rings, y yo compartía su felicidad. Mi padre compró boletos en primera fila, -Te van a caer los luchadores encima- me dijo enseñando sus sucios dientes, ese día aguantó un poco más conmigo, al terminar la tercera pelea se levantó de su asiento y me dejó con un refresco de acompañante.
Para este evento había una cartelera equivalente a la ocasión, montones de luchadores subían y caían del ring. Fue la primera vez que vi a la Arena tan limpia, con carteles del festejado por todas partes, luces nuevas y hasta un olor a detergente más fuerte que el de orines. Pero el principal espectáculo, era el de Tornado contra su eterno rival, Máscara Negra. Esperé con tanta ansia esa pelea que la noche me pareció durar diecisiete años.
Por fin las luces se apagaron, un grupo de hombres vestidos de charro entró por la puerta que debía salir Tornado, solo se oían sus pasos rodear el ring, sorpresivamente las luces se encendieron al primer trompetazo de “las mañanitas”, la entrada se alumbró y apareció una capa blanca que brillaba más conforme se acercaba, de un salto entró al cuadrilátero con su máscara azul-blanca mientras los aplausos explotaban a mi alrededor.
Sin que lo esperáramos, una música más fuerte cubrió completamente a los mariachis, la puerta se iluminó por una pared de humo, era la entrada del rival, todos miramos con cuidado, esperando encontrarlo, pero nadie lo vio salir, hasta que un trompetazo mal dado nos hizo darnos cuenta que Máscara Negra ya golpeaba a los músicos para callarlos; fue lo más cobarde que nunca vi. Tornado saltó a defenderlos y su enemigo le reventó un violoncello en la cara. Todo había comenzado.
Máscara Negra subió al ring después de que los abucheos y una que otra patada de su oponente dejaran huir a los sangrantes mariachis. Arriba comenzaron los empujones, llaves y planchas ente uno y otro. Tornado era lanzado contra las cuerdas y recibido con manotazos en el pecho, luego se levantaba para aplicarle al rival el famoso rehilete con su nombre. La pelea parecía pareja, hasta que de entre el público se levantó otro enmascarado: “Vudú”, quien parecía haberse puesto de acuerdo con el rudo.
Vudú, frente a la mirada de la Arena, corrió al escenario para ayudarlo, pero el réferi se interpuso en el camino. Máscara Negra aprovechó la distracción y de entre sus botas sacó una manopla, sin pensarlo le partió a Tornado media máscara de un golpe. Ni aun estando en primera fila pude ver como pasaba, solo lo vi caer tapándose la cara.
Parecía que el héroe no podría festejar su aniversario, se revolcaba en el ring empapando todo de sangre. Los abucheos regresaron y para Máscara Negra eran muestra de que estaban saliendo bien las cosas. El réferi fue a ver como se encontraba Tornado, que como pudo se levantó; apoyándose en este puso los brazos al frente y con la fuerza que le quedaba empujó a su rival fuera del ring, Máscara Negra pasó entre la segunda y tercera cuerda para caer a mis pies. En ese momento tuve la oportunidad que tanto había deseado desde que lo vi por primera vez, tomé la botella de refresco que estaba bebiendo y sin importarme que se regara, se la destrocé en la cabeza imaginando que era mi papá.
Los cristales cortaron máscara y piel, el color naranja de la bebida se convirtió en rojo, dejando al descubierto un sangrante rostro moreno: el de mi padre.
Todo el odio que le tuve se me congeló y no supe qué hacer cuando los camilleros entraron a levantar el cuerpo desmayado de José Esteva.
Entonces comprendí porque desaparecía de la Arena cada vez que me llevaba y por qué siempre llegaba golpeado, en cuanto al alcohol, me contó que se lo regaba encima una cuadra antes de ver la puerta.
Con el tiempo me enteré que nunca le dijo a mi madre a que se dedicaba. Uno de mis tíos, conocido como “Vértigo” había sido luchador en el tiempo que yo acababa de nacer, murió cuando se lanzó de la tercera cuerda al momento que su rival se quitaba intencionalmente, su cabeza se deshizo en el suelo de la Arena. Nunca se recuperó de haber pedido a su hermano, por eso ella odiaba las luchas, al grado de preferir ver a mi padre de ladrón.
Ya han pasado diez años de eso. Mañana llevaré a José y Manuel a la Arena América, los llevaré a ver luchar al Hijo de Máscara Negra.

Jorge R. Negroe Alvarez.
Enero-Febrero 2008


1/18/2008

Y bueno, despues de tanto tiempo sin subir nada, acá subo un pequeño cuento.
Hay que leerlo con mucha atención para poder comprenderlo bien. saludos y gracias a los que aun dan con este blog.

La viuda.

Irma llegó corriendo, abrió la puerta con más miedo que prisa y entró sin pensarlo, dentro ya todo había comenzado.
Genaro estaba sobre el escenario, dando las últimas instrucciones para la actuación, las seis personas que lo escuchaban se tomaban de la mano. Irma se les unió.

El telón se abrió y la primera parte de la obra comenzó:
Una mujer vestida de negro miraba una caja de muerto, dentro estaba el cuerpo de Genaro, ella decía unas palabras sobre el amor que le había tenido y le agradecía los millones que le dejaba cuando una orquídea empezó a crecer en el vientre del difunto. Al verla, la mujer la arrancó rapidamente, dos hombres vestidos de oscuro llegaron a dar el pésame, ella los abrazó dándole la espalda al féretro mientras dos flores más crecieron, los que acababan de llegar las vieron sorprendidos, avisándole inconscientemente a la mujer, quien sin dejarlos decir nada arrancó las orquídeas de un manotazo. Los hombres exigieron una explicación.
Mientras la supuesta viuda hablaba, tres orquídeas salieron instantáneamente, ella las miró y se avalanzó para quitarlas, cuando entró Irma a escena, venía con un traje gris, lentes y un policía.
La mujer los vió y quiso ocultar el ramo que sotenía, pero del cuerpo salieron cuatro flores más. Irma habló al público: -Soy la detective que investiga este caso, después de varias pistas descubrí que éste hombre fué envenenado con un fertilizante químico para flores- (al policía) -¡Deténgala!-, la mujer corrió alrededor del escenario mientras el policía junto con los dos hombres la perseguían de manera graciosa; la detective sacó de atras de la caja de muerto una botella amarilla de fertilizante, la abrió y comenzó a vaciar el confeti que ésta contenía hasta que el féretro se llenó completamente de flores. El público empezó a reir.
La viuda del ex Senador Watson, una morena como de 40 años, se levantó de entre las primeras filas, su cara parecía enrojecerse más conforme se dirigía a la salida, el policía que perseguía a la supuesta viuda saltó del escenario y corrió tras la morena. Al verlo venir, ella metió su mano a la bolsa desesperadamente... un, dos, tres, cuatro detonaciones se escucharon mientras el policía caía de espaldas, varios hombres de entre el público se lanzaron sobre la morena, quien sólo miró al escenario y jaló el gatillo.
La detective Irma Suarez cerró los ojos.


Espero comentarios... si es que alguien visita todavia este blog.

Saludos.