9/27/2008

Despues de un ratote de inactividad bloggeriana, aca vuelvo con más...

Tardes en el Café Cubano.

A Elda
Para todos los que estuvieron ahí.


Mesa 1.

En los lentes de Gonzalo se refleja el cabello rubio de Miriam, los chinos que se mezclan con sus pecas y esa cara de hastío.

Después de seis meses de relación, Miriam sentía que cada vez se aburría más de Gonzalo, al grado de ya no poderlo soportar, le desesperaba la calma con que él respondía a todo lo que sucediera, tenía que decírselo y por eso había escogido el Café cercano a su casa, para poderse ir enseguida, para huir de lo que inevitablemente sucedería.
Él se sentía muy bien con ella, era la relación más larga que había tenido y amaba mirar sus ojos color otoño.

Fueron los últimos en llegar al Café Cubano, Miriam pidió una cerveza, él un té de Canela. Platicaron sobre tonterías hasta que les trajeron lo que ordenaron, ella bebió dos tragos y después dijo lo que sentía, así, sin aviso.
Gonzalo quedó perplejo, no supo que pensar cuando ella le pidió que no la volviera a buscar y se fue dejando media botella de cerveza.
Él no pudo evitar que Miriam se levantara y saliera del café, después se quedó sentado, solo… el son cubano sonaba alegre al fondo.

Durante casi una hora intentó encontrar cual había sido el error de la relación, mirando perdidamente todo el lugar, hasta que en la mesa de junto, donde cinco mujeres charlaban animadamente, creyó reconocer a una.
Lorena le sonrió desde la mesa de sus amigas, pero a él le empezaba a invadir la tristeza y evitó la mirada.

Gonzalo se tomará el té ya frio, pedirá la cuenta y saldrá del lugar, pero no olvidará despedirse de Lorena con una seña.
A los dos meses comenzarán a salir.


Mesa 2.

Lorena llegó tarde al café, en una mesa cerca de la entrada ya esperaban Jimena, Carmen, Alma y Silvia.
Al entrar le dio gusto ver reunidas a sus amigas de la prepa y las abrazó a todas.

Jimena acababa de conseguir la beca para estudiar una maestría en uno de esos países de Europa con nombre desconocido, por eso había tenido que dejar la relación con su pareja de toda la universidad.

Carmen estaba en el tercer semestre de la sexta carrera a la que había entrado, pues ninguna de las anteriores le había parecido agradable.

Alma estaba en un trabajo donde le pagaban de manera excelente, pero continuamente la obligaban a quedarse hasta la madrugada, sin pagarle horas extras.

Silvia tenía tres meses de embarazo y aún no sabía si el padre era Ángel o Julio.

Lorena administraba el restaurant de su familia, pero la competencia los estaba haciendo quebrar.

Entre ellas sólo se contaron las cosas buenas que les estaban ocurriendo, nadie quiso tocar lo que en realidad pasaba, les agradó sentirse reconfortadas de tener un momento tranquilo.
Luego iniciaron los recuerdos de la prepa.

Cuando iban a la mitad de la plática, Lorena vio como la rubia de pelo chino que estaba sentada en la mesa de junto se levantaba y salía, dejando solo a un joven que creyó reconocer.
Después de un rato se acordó de la fiesta donde se lo habían presentado, así que le sonrió, pero él parecía perdido.

Alguna hora más tarde, pasó junto a ellas una joven que a Carmen le pareció odiosa, tras ella iban dos jóvenes aparentemente embobados, antes que salieran Carmen alcanzó a ver los ojos de uno de ellos, ese color negro se le quedó grabado durante todo el año siguiente.

Cuando Gonzalo se levante saludará a Lorena con una seña.
A los dos meses le invitará un café.
Jimena no terminará su maestría, la dejará por casarse en Europa con un tipo de su misma ciudad que conocerá allá.
Carmen abandonará su sexta carrera y de nuevo se decidirá por una séptima, conocerá a Víctor, pero tampoco la terminará esta.
Alma ascenderá de puesto, pero su trabajo se duplicará tanto que pasará semanas enteras en el trabajo.
Silvia descubrirá que el padre de su hija en realidad es Tomás.


Mesa 3.

Pablo miró de nuevo el reloj, Inés llevaba una hora de retraso, se acabó de un sorbo el segundo carajillo y ordenó uno más.

Él era empleado de una tienda de regalos, ahí había conocido a Inés.
Ella era una bonita ex compañera de trabajo que solo había durado una semana en la tienda.

Se habían encontrado un día en la calle y Pablo la había invitado a tomar algo, quedaron que el cuarto día de la semana siguiente a las cinco de la tarde se verían en el Café Cubano.

Pablo estaba seguro de que no la dejaría ir sin besarla, por eso miraba constantemente la entrada, esperando ver los chinos que Inés siempre acompañaba con una sonrisa.

Pero lo único que vio fue a una morena a la que esperaban sus amigas en la mesa de junto y a una rubia que entró con un tipo de lentes y salió sin él.

Pablo esperará sentado en esa mesa hasta que cierra el café, después seguirá esperando afuera… hasta que amanezca.


Mesa 4.

Víctor termina de beber su cerveza antes que Edgar lo haga, Reina los mira, alentándolos con sonrisas coquetas, mientras por dentro se ríe de ambos.

Reina era la mujer más bonita de toda la facultad de Psicología, Víctor y Edgar iban en su salón.
Como ellos eran los que más se llevaban con Reina, el resto de los psicólogos los envidiaba, la única relación que había entre Víctor y su compañero era de competencia, para ver quien recibía más besos de ella.
Reina se divertía enfrentándolos en cualquier cosa que se le ocurriera, el ganador se llevaba un beso.

Víctor terminó primero sus cinco cervezas y recibió un minúsculo beso de la hermosa boca rojiza.

Estarán una hora más en el café hasta que Reina se aburra, entonces irán a continuar las pruebas a una discoteque.

Al salir el lugar, Víctor mirará a las cinco amigas que recuerdan sus tiempos de la prepa y le gustará una de ellas, la que lo verá directamente a los ojos, conocerá a Carmen un año después.

Reina pedirá a la universidad un intercambio a otro país. Edgar abandonará los estudios y gastará casi todo su dinero en visitar a Reina.
Cuando la encuentre, ella ni siquiera lo mirará.


Mesa 5.

Ana y Dante se conocieron gracias a Sandra, que era una amiga en común. No pudieron evitar besarse a los pocos minutos de haberse conocido.
Hugo era vecino de Sandra, ellos salían ocasionalmente, hasta que comenzaron su relación amorosa una semana después de Ana y Dante, inspirados por la rapidéz de ellos.

Habían decidido salir los cuatro para celebrar el aniversario de ambas parejas.
Pidieron varios baguettes y mojitos. Su felicidad parecía contagiar la sonrisa de la joven que miraba a sus acompañantes beber desesperadamente en la mesa de al lado.
Platicaron mucho tiempo, hasta que el cubano calvo que atendía el negocio les anunció que cerraría, fueron los penúltimos en irse (el último fue el hombre de la mesa tres).

Ana dejará al poco tiempo a Dante por otro amigo de Sandra.
Sandra y Hugo decidirán vivir juntos, tendrán más hijos de los que querrán.
Mesa 6.

En nuestra mesa todos ríen. Luego tomamos un trago, un beso, un cigarro y sonreímos mientras seguimos inventándoles nombres a todos los presentes.

Jorge R. Negroe Alvarez