4/18/2007


Aún es temprano…

Cuatro de la tarde.
El sol calentando.
La ciudad: aburrida, ahogándose en desesperanzas.
Cruzo avenidas a pie. Espero el paso de los autos. Sigo veloz. Atravieso puentes. Dejo atrás ilusiones.
Avanzo rápidamente por la calle, topándome caras inexpresivas, trajes habituales y sentimientos indefinidos.
Por fin, llego al número cuatro de la calle con nombre extranjero, es un bar grande con ventanas polvosas.
Oscurecido por el smog, un cartel aún anuncia su condición de alterante escupidera de penas.
Entro sin pensar, miro el reloj de la pared: cuatro y media; estoy retrasado.
El dueño me mira desde la barra (o al menos eso me parece), su cabeza apunta hacia mí insistentemente, asiento aceptando la culpa y camino hasta el fondo; abro la puerta de la bodega; cojo un delantal sucio, amarrándolo rápidamente a mi cintura cuento las cajas de cebadas que quedan, luego comienzo mi turno.
El lugar está medio lleno, varias personas se resguardan del calor de la tarde; cigarros aromatizan el ambiente, cervezas lo concretizan.
Pequeños grupos conversan calladamente, no se les ve la boca, sin embargo sé que lo hacen: escucho retazos de monotonía.
La temperatura es bastante alta, detesto que sea verano, aún así no lo expreso.
Entre las redondas mesas algo llama mi atención: un hombre solo, vestido como los demás, se desahoga con una cerveza; me acerco a él, su cabeza está entre los brazos, la cara muestra arrugas de dolor. Conforme me aproximo, voy descubriendo una nariz grande, la boca alargada y sus ojeras marcadas.
Me observa, sus entrecerrados ojos intentan contagiar tristeza; me detengo, no sé como reaccionar, entrega la botella sin marca y pide otra igual, me alejo despacio.
Apresuro el paso a la barra, mi jefe se entretiene con alguien más, anuncio sobre el estado del hombre, describo su rostro con exactitud; luego encargo otra cerveza, sé que el dueño se sorprende pero no lo evidencia. Cuesta trabajo no expresar sentimientos.
Cojo el pedido y regreso con cuidado a la mesa del hombre, alcanzo a escuchar sollozos, volteo a mi alrededor, parece que todos lo escuchan, comienzan a dirigir sus cabezas hacia él; la atención de la tarde se posa en el espectáculo, en el sufrimiento.
Los nervios me invaden, parece que están a punto de dominarme, pongo rápidamente la botella en la mesa, el hombre tiene la cabeza agachada, no me mira, estiro el brazo para acercarle la cerveza, una gota cae en mi mano, es… ¿es una lágrima?, nunca había sentido una lágrima, el pequeño charco comienza a correr entre mis dedos, lo sacudo con prisa, no dejaré que me domine su emoción, luego me hinco frente a su cara, dos ríos escurren de sus ojos… es llanto…
Me levanto, escucho cuchicheos que se mezclan con los lamentos: desaprobación general.
Avanzo velozmente a la barra, -¡Que vergüenza de hombre!- imagino oír decir a mi jefe.
Para cuando llego, ya la conmoción ha infectado al bar, todos están atentos, incluso el dueño, quién abandona su lugar para acortar la distancia entre su incipiente curiosidad y un extraño espectáculo pocas veces visto en la ciudad.
Varios exploradores, cerveza en mano, rodean al descubrimiento.
Miro mi mano, al camino marcado por el líquido sentimiento, después tomo un trapo en la barra y lo restriego con fuerza para borrar toda prueba de llanto.
El hombre que llora siente las filosas miradas, levanta la cabeza y descubre a través de la niebla en sus ojos: todos los comensales están parados a su alrededor, demasiado cerca de él, incluso el dueño del bar, a quien ya había percibido antes, se apretuja enfrente.
El hombre detiene las lágrimas, sus irritadas pupilas se llenan de vergüenza, sin darse cuenta ha cometido el error terrible, dejarse vencer por un sentimiento, y provocando lluvia en sus ojos. Ahora todos lo han visto, no queda más que hacer.
Estira el brazo, yo lo miro, toma la botella que le llevé, la acerca a su boca y de un largo trago se bebe su contenido, sigue siendo el centro de atención.
El calor invade el bar, la botella está aún fría, el hombre la ve, observa su deforme reflejo lloroso y a los demás tras él.
La cara se le comienza a llenar de sudor, un sudor inexpresivo, imagino que es de angustia, de desesperación, de pena, de tristeza, de odio… o de todo eso junto.
Mis pensamientos se detienen mientras el hombre se restriega la botella todavía fresca en la cara, secándose el sudor y las expresiones. Miro por última vez la nariz grande, una boca alargada, sus ojeras marcadas y los ojos rojizos; miro por última vez su rostro mientras va siendo borrado por el envase de cerveza.
Enseguida vuelve a ser normal, con la cara lisa, sin signos que lo distingan de los demás, sin pestañas, labios, nariz, ojeras o cualquier otro síntoma de sentimiento.
Enseguida vuelve a estar sin cara, como todos nosotros.
La tormenta ha pasado, los clientes regresan a sus lugares, discutiendo sin emitir sonido alguno, el dueño retorna tras la barra sin rostro, como siempre, yo me acerco a la mesa del hombre, éste me mira y pide la cuenta, ya no lo reconozco, es un hombre sin expresiones, es igual a mí, igual al resto de personas aquí, igual a la ciudad.
Pongo un papel con números frente a él, después de revisarlo coloca tres sucias monedas sin símbolo y sale del lugar como si nada hubiera sucedido, nadie lo mira, a nadie le importa.
Recojo las monedas y sigo mi turno, esperando no encontrar pronto otra intolerable muestra de sentimientos.
Son las cinco de la tarde, aún es temprano…


Jorge R. Negroe Alvarez

Abril de 2007

4/01/2007

"Robado Sabe Mejor"
Crónica de un partido que prefiero no recordar.

Como casi cada quince días, la Guardia Roja Coatepec organiza viajes para ir a los partidos del tiburón. y esta vez tocó contra el Campeón de América, el Pachuca.
Estuvimos esperando a que el camión pasara a recogernos a la USBI, pero tardó horas, entonces unos cuates estaban haciendo "dominadas" con un balon y pidiendo dinero, en los altos de los semaforos, jaja.. pero en una de esas a un wey se le fue el balón y un coche lo reventó... bu! ahora como querian seguir pidiendo dinero se les ocurrió hacer pirámides humanas, imagina una visión a medio día de un montón de chavos con camisas del tiburón haciendo una piramide humana frente a los coches mientras otros piden dinero.. por supuesto que todo fue por desmadre.
después de un par de horas por fin se dignaron a pasar por nosotros, y ahi nos acomodamos en el camión, viajamos hasta un Oxxo que está frente al batallón militar (es de ley pasar a asaltarlo) y bajo el cantico de "Robado Sabe Mejor" se volaron desde chicles hasta un cartón de chelas, así a lo descarado, yo solo pude meterme a la bolsa unos chicles, unos cacahuates (tenía hambre) y pasé a pagar un par de chelas, entonces salí y como seguian ahi "comprando", le encargué mis chelas, chicles y cacachuates a un cuate, entonces volví a entrar y vi que algunos se preparaban y comían Hot Dogs yo también lo hice, hasta queso de nachos le puse, la diferencia fue que despues de comer, me sali del Oxxo como si nada, así, sin pagar, pero también la salchicha estaba fria y el pan muy aguado, no me gustó mucho, por eso apliqué la regla de: "Si no le gusta, no lo pague" jajaja.... aunque de todas maneras no pensaba pagar. Y el saldo de lo robado fue: varios refrescos de 2 litros, un cartón de chelas, chicles, huevitos Kinder, hot dogs, varias sabritas bolsa grande, caguamas, productos marinela... hasta donde me dí cuenta, pero ya deben estar acostumbrados, cada partido es igual.
Chupando en el camino, cantando las porras, oyendo musica, castrandonos entre nosotros, platicando, saltando en el camion, fumando, aventandonos cosas y escondiendonos de los Federales... asi pasaron las dos horas de viaje.
Llegamos al estadio, el camión entró donde siempre entra, frente al contenedor de las "porras unidas" osea, donde guardan las cosas las porras de los tiburones que vienen de diversos lados. y habían unos borrachos de pachuca en el area de contenedores, entonces empezaron a decirnos de cosas y unos de los que venian con nosotros les empezaron a contestar, entonces ya iba a haber madrazos, yo solo seguí a algunos de los de la porra y me colé a la zona del contenedor (una reja lo separaba del camión, pero si tenía entrada) y ahi estaban los directivos de las porras con el lider de la porra Ultra Tuza del Pachuca, un tipo guero, alto y de pelo largo, igualititito al jugador argentino Marioni, ja, y todos lo castraban diciendole: firmame la camisa Marioni!!!. un directivo me paró, afortunadamente venía yo con uno de las mas viejos en la porra, tonz el dijo "viene conmigo" y el resultado: platicar con algunos de la porra del pachuca, comer un coctel picosísimo, echar desmadre con el líder de la Ultra... y entrar al Estadio, porque faltaba poco para empezar el juego.
Desde los destrozos que hizo la "Rebel" porra de los Pumas, en el país estan "prohibidas las porras" entonces aun existen pero ya clandestinas, aunque no se pueden colgar las mantas que tanto distinguian a las porras. intentamos colgar un trapo, pero enseguida nos calló la policia, que se tenian que llevar el trapo y no se que, el dueño de la manta tuvo que ir con el policía para guardar la manta en el contenedor. y entonces, llegó mas porra y comenzó el partido. Todo iba bien, ataques de ambos lados, presión igual y en un contragolpe: Gol de Pachuca, 1 a 0. Antes del primer tiempo cayó el segundo para pachuca, y nosotros seguiamos cantando las porras, entre más golpeaban, más resistíamos, eso demuestra a las buenas "Barras". medio tiempo y aún la esperanza de empatar. Segundo tiempo, un tiburón que jugaba mal frente a un pachuca bien posicionado en la cancha, lo que dió lugar a 3 goles más contra el tiburón, la gente enojada ya celebraba los goles del pachuca, apoyando a éste esquipo en las jugadas, la escena de un estadio lleno de camisetas rojas apoyando y celebrando al equipo contrario provocó que varios "tiburones de corazón" que iban con nosotros extallaran en llanto. un desastrozo 5 a 0.

Casi para terminar el juego, descubrí a mi primo fresa Aldo, estaba arriba de mi con un amigo suyo, entonces me fui a sentar con él y platicamos, me contó que había regresado de Japón un mes antes, y pues masomenos como le ha ido, por supuesto que lo mamón no se le quita. Mi hermano le encargó "Sake" y el me dijo que terminando el juego fuera con él a su casa para que me lo diera (vive cerca del estadio), pero se fue antes que terminara el juego y lo perdí de vista. entonces cuando acabó, y como era el "día del taco" supuestamente iban a regalar tacos en el estadio de Base Ball junto al "Pirata Fuentes" estadio de los Tiburones, fuimos, pero no regalaban nada, y solo vimos al equipo de Base Ball loca, los Rojos del Aguila de Veracruz, perder el juego. Aproveché entonces para ir a casa de mi primo, donde lo encontre, platicamos un poco y me dió le sake, regresé entonces al estadio y pasé a comer a un Oxxo, esta vez si pagué, un policia con pinta de Rambo revisaba a la salida el ticket de compra. llegué hasta el camión y aún seguía ahí, entré y me fui hasta el fondo, entonces unos amigos pensaron que me había quedado, porque sabían que iba a ir a casa de mi primo... de regreso gritando, aventando cosas y castrando a la gente (como ya es tradición)... Era cumpleaños de un miembro de la porra, entonces pasamos a cenar a Rinconada, lugar mejor conocido como "Garnachilandia", ahí yo pasé a una tienda, pero como estaba llena de chavos con camisetas del pachuca, mejor me salí, claro, jalándome una de las decenas de bolsas de sabritas que había ahí, luego pasé a otra tienda y compré un jugo, despues vi que algunos de la porra cenaban, entonces fui con ellos, y cené 3 garnachas, pero ellos pagaban individualemente, como vi que era super facil salirme sin pagar, ya lo iba a hacer cuando le preguntaron a uno de la mesa si faltaba alguien y el dijo que sí, que yo... entonces tuve que pagar, en fin, pero cuando ya iba para el camión, en otro restaurant, estaban cenando los mas desmadrozos de la porra, me llamaron y me dieron garnachas y gorditas, habían pedido 50 garnachas y varias gorditas, refrescos y chelas, pero como el camión ya casi se iba, ellos se fueron corriendo sin pagar (Robado sabe mejor) pero eso si, dieron las gracias desde el camión en moimiento... jajajaja... en fín, la crónica de un partido que prefiero no recordar.
Aún así yo apoyo a los tiburones... AUNQUE GANEN!!!